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El largo e intenso camino de la estupidez

  • Foto del escritor: Agustin Zapata
    Agustin Zapata
  • 2 dic 2018
  • 4 Min. de lectura

Ya ha pasado poco más de una semana del sábado 24 de noviembre. Se suponía que ese día sería una fiesta pero solo hicimos estallar nuestros peores demonios. Y el después no hizo más que acentuarlo.


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Casi un mes después de la primer final, se jugará la segunda. Imagen: Marca

No es de gran necesidad mencionar lo que, prácticamente, cada persona en el mundo, fanático o no, seguidor del fútbol o no, incluso muchas personas ajenas a todo esto, sabe sobre lo que paso.

Todos nos enteramos. Todos vimos las imágenes de esos idiotas, esas personas que no saben respetar nada, tirando objetos, proyectiles al micro de Boca Juniors, con todos sus jugadores adentro, viajando al estadio donde se jugaría la segunda final.

Y con esto, dejando a 2 jugadores lesionados y al plantel entero movilizado emocionalmente, muy desenfocados mentalmente.


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Así quedo el micro de Boca Juniors tras el ataque de los violentos.

Y todos, sobre todo los periodistas y los hinchas que miraban y esperaban un partido desde la pantalla de su televisor en sus casas, vimos, si no el mayor, uno de los mayores papelones de la historia, no solo del fútbol argentino, sino del fútbol sudamericano, incluyendo, por supuesto, al otro principal foco: la CONMEBOL.

Que si, que no. Que Boca no quería, que la CONMEBOL quería un ganador ya, que River acepta que no se juegue el sábado, que la FIFA esto, Angelici no, Dominguez otro.

Era muy fácil confundirse con tanto murmullo cruzado. Al final, se hizo lo que se debía hacerse, casi 3 horas después del horario puesto inicialmente.

Se pacta, en un acuerdo mutuo entre Daniel Angelici, presidente de Boca y Rodolfo D'Onofrio, presidente de River, el cual el líder de la CONMEBOL, Alejandro Dominguez, acepto, que el partido se jugaría al día siguiente.

Pero no ocurre. Nunca se juega e incluso, antes de las 14 horas, ya se confirma la suspensión indefinida de la segunda final. Pero esta vez, con varios condimentos más.

El pacto, podríamos decirlo, se rompió casi de inmediato y Angelici y todo Boca se rehusó a jugar la final ese domingo y luego de insistir a la CONMEBOL que no se haga, de inmediato envió su pedido de no jugar la final y darle el partido por perdido a River Plate, debido a que los jugadores todavía no estaban bien mentalmente.

Y ahí comenzó toda una batalla de idas y vueltas tan fuertes, tan intensos. Sobre todo después del fallo del martes 27 de la CONMEBOL luego de una reunión con ambos presidentes de los clubes, que resolvió jugar el partido, la segunda final el 8 o 9 de diciembre pero en un estadio en el exterior. Así que si, claramente la final no se definiría en Argentina.

Y toda esta semana hubo, como anticipe, un acalorado debate en todos lados sobre esto y los presidentes de los clubes no hacían más que demostrar que ese pacto del sábado fue demasiado breve. Parece que no había verdadera sinceridad en eso.

Angelici pidiendo dar por ganada la final y que le den el título, D'Onofrio molesto por la traición de su par rival, cada uno, tirándose dardos cada vez más y más envenenados.

Y termino de explotar todavía más cuando este jueves, hace 3 días, se confirmó la sede de la denominada Super Final: sería el Santiago Bernabeu, el estadio del Real Madrid.


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Fecha y lugar confirmados. Será a las 16:30 hora Argentina.

Se especulo con muchos escenarios. Muchos rumores. Asunción, tierra de la sede de la CONMEBOL; Medellín, incluso con Miami y Doha, ciudad de Qatar, que estaba dispuesto a poner millones de dolares para llevar el partido allá. Pero al final, se confirmó que sería en plena capital de España.

Irónico, ¿no? La Copa se llama Libertadores de América. Y supongo que todos recordarán que, hace 2 siglos, estas tierras eran dominadas por los españoles. Y ahora, llevamos la final más importante de la historia del fútbol sudamericano a la capital española, viejos conquistadores de nuestros territorios.

Está bien que estamos en 2018 y todos somos muy diferentes pero no deja de ser un detalle curioso en todo este problema, esta locura.

Ni hablar de lo que pensamos todos como fanáticos del fútbol, aún más los hinchas de River Plate y el perder la localía por culpa de 20 violentos, no hinchas, violentos.

Han pasado solo 8 días de aquel sábado de estupidez humana. De destrucción de un evento deportivo, el más grande en toda la historia. Y así nos recordarán las personas dentro de 20 o 30 años.

Testigos de la final más gloriosa, pero no en nuestra tierra. Hablarán de como les regalamos la final del partido que más amamos los fanáticos de River y Boca por culpa de nuestro desborde, de nuestra locura, de nuestra mierda como sociedad.

Barras, inseguridad, drogas, hinchadas que ya no son hinchadas sino más que un cumulo de violentos que solo quieren ver sangre.

Esto dejo de ser fútbol. Esto se convirtió en una guerra.

Y la CONMEBOL no pudo organizar bien un miserable partido. Será el más importante, si, pero esta mancha es suya y no se le borrará nunca. Jamás.

La vergüenza no se nos quitará tan fácil. Por desgracia, estamos acostumbrados. Si no, comparen este escenario con los partidos en los 2000 o antes. MIREN Y APRENDAN.

Familias. FAMILIAS yendo a ver un partido de fútbol a la cancha, sin temor a morir, sin temor a que te roben, sin temor a la violencia.

Pero esto no es culpa de uno solo. Es culpa de todos.

La CONMEBOL, River, Boca, los hinchas, nosotros, la sociedad. Nosotros manchamos algo tan inocente y sencillo como un deporte. Un deporte que amamos y sentimos.

Lo destruimos y ahora, después de todo esto, aun con reclamos ridículos y ya sin sentido, ¿que hacemos? ¿Como mejoraremos como sociedad?

Esta semana, tan solo en 8 días, se demostró que el nivel de sociedad humana puede bajar aun más de lo que uno imagina. Todo esto demostró que tan estúpidos podemos llegar a ser ante un evento que nos descoloco a todos.

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Agustín Zapata

Villa Celina, Gran Buenos Aires

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